sábado, 15 de diciembre de 2012

Un discurso de Jubal














(...)

-Ben, el más inmundo de los pecadores es el hipócrita que convierte la religión en un fraude organizado. Pero debemos dar al demonio lo que es suyo. Mike cree en esos <<Ancianos>> y no está montando un fraude. Está enseñando la verdad tal como él la ve, aunque haya considerado conveniente tomar prestadas cosas de otras religiones para ilustrar sus enseñanzas. Ese rito de <<La Madre de Todos>>..., por muy poco que me guste, parece que tiene simplemente por misión ilustrar la universalidad del Principio Femenino, independientemente de nombre y forma. Lo cual es bastante honesto. En cuanto a sus <<Ancianos>>, por supuesto no sé que no existan..., simplemente considero difícil de tragar la idea de que todo planeta está regido por una jerarquía de fantasmas. Por lo que se refiere a su credo del Tú-eres-Dios, para mí no resulta más creíble o increíble que cualquier otro. Es posible que el día del Juicio Final, si llega, descubramos todos que ese Espantajo del Dios del Congo era el Gran Jefe desde un principio.
    >>Todos los nombres se hallan aún en el sombrero, Ben. El hombre consciente de sí mismo ha sido creado de tal forma que no puede imaginar su propia extinción..., y esto conduce automáticamente a una infinita invención de religiones. Mientras esta involuntaria convicción de inmortalidad no demuestre por algún medio que la inmortalidad es un hecho, las preguntas generadas por esta convicción son abrumadoramente importantes..., podamos responderlas o no, o demostrar las respuestas que sospechamos. La naturaleza de la vida, cómo se introduce el ego en el cuerpo físico, el problema del ego en sí mismo y por qué cada ego parece ser el centro del universo, la finalidad de la vida, la finalidad del universo..., ésas son cuestiones importantes, Ben; nunca pueden ser triviales. La ciencia no puede, o no lo ha conseguido todavía, resolver ninguna de ellas..., ¿y quién soy yo para burlarme de las religiones por intentar resolverlas, aunque sus explicaciones no me parezcan convincentes? El viejo Espantajo todavía puede devorarme; no puedo echarlo a un lado porque no se hayan erigido en su honor fantásticas catedrales. Ni puedo desdeñar a un muchacho tocado por la divinidad y que capitanea un culto sexual en un ático completamente acolchado; puede ser el Mesías. La única opinión religiosa de la que me siento seguro es ésta: ¡la autoconsciencia no es sólo un puñado de aminoácidos chocando unos contra otros!


                    Forastero en Tierra Extraña (fragmento del cap. 33); Robert Anson Heinlein

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