viernes, 14 de diciembre de 2012

Ases y Vanes


Odín cogió un arma para atacar a los Vanes. Ellos hicieron una valiente defensa de su país, y cada bando se turnó en la obtención de la victoria. Cada uno saqueó la tierra del otro, causando mucho daño. Y cuando los dos pueblos tuvieron su parte de destrozos, organizaron una conferencia, hicieron una tregua, y se intercambiaron rehenes. Los Vanes dieron sus hombres más distinguidos, el rico Niord y su hijo Freyr. En compensación, los Ases dieron a un hombre llamado Hoenir, diciendo que era un hombre muy indicado para ejercer la autoridad. Era un hombre grande, muy guapo. Con él los Ases enviaron a Mimir, un hombre muy sabio, y en compensación los Vanes les dieron al más inteligente de ellos. Se llamaba Kvasir.
    Cuando Hoenir fue a Vanalandia, al momento se le dio autoridad. Mimir le enseñaba todo lo que debía decir. Y cuando Hoenir tenía que asistir a las asambleas y reuniones legales sin tener cerca a Mimir, y se encontraba con algún caso difícil, siempre daba la misma respuesta: <<Dejemos que decida algún otro>>, decía. Después los Vanes empezaron a sospechar que los Ases los habían engañado en el acuerdo sobre los rehenes. Ellos cogieron a Mimir, le cortaron la cabeza y se la enviaron a los Ases. Odín la recogió, la untó con hierbas para que no se pudriese, y cantó ensalmos sobre ella. Esto le dio tal poder que la cabeza le hablaba, contándole muchos secretos ocultos.
    Odín estableció como sacerdotes sacrificadores a Niord y Freyr, y ellos eran los directores del culto de los Ases. La hija de Niord era Freyia. Ella era una sacerdotisa sacrificadora. Fue la primera en enseñarle a los Ases la práctica llamada Seiðr [mágica], que era usual entre los Vanes. Cuando Niord vivía entre los Vanes, estuvo emparejado con su propia hermana, ya que esto era legal entre ellos. Sus hijos eran Freyr y Freyia. Pero entre los Ases estaba prohibido emparejarse con este grado de parentesco.


                                                                                       Fragmento de Heimskringla

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