sábado, 15 de diciembre de 2012

Embalsamamiento de los cuerpos















En Egipto, cuando alguien muere, los parientes y amigos se echan tierra sobre la cabeza. Durante la ceremonia del entierro, van por la ciudad lamentándose. Durante este tiempo no se lavan, no beben vino, no van a divertirse ni llevan trajes elegantes.
    Hay tres clases de entierros: caro, medio y modesto. El primero cuesta un talento de plata, el segundo veinte minas y el tercero es muy barato.
    Los momificadores aprendieron su arte de sus antepasados. Van por las casas en las que ha habido un muerto, llevando diferentes modelos de momias y preguntan cómo debe momificarse el cadáver. Cuando se han puesto de acuerdo, los parientes llevan el muerto a los que deben tratarlo en la forma acostumbrada.
    Después de extendido y preparado el cadáver, el llamado "marcador" hace una señal en el lado izquierdo del cuerpo en el lugar donde debe hacerse el corte. Después el llamado "cortador" toma un cuchillo de obsidiana y abre el abdomen exactamente por el punto marcado. En seguida se va corriendo y todos los presentes le persiguen arrojándole piedras y maldiciéndole por lo que ha hecho. Porque en Egipto todo el que hiere o causa daño a otro es aborrecido. Por lo demás, los embalsamadores están bien conceptuados. Tienen una dignidad parecida a la de los sacerdotes y son admitidos en el templo como hombres justos sin que nadie les impida la entrada.
    Cuando los embalsamadores se reúnen otra vez alrededor del cuerpo abierto, uno de ellos hunde la mano en la herida del tórax y extrae el corazón y los riñones. Otro limpia los órganos y los perfuma con aceite de palma y con incienso. Cuando el muerto ha sido lavado, se le tiene durante más de treinta días en aceite de cedro y después se le trata con mirra y canela. Esto protege el cadáver durante mucho tiempo y además despide un olor agradable. Así preparado, el cadáver es llevado a casa de su familia. Tan bien arreglado está que conserva incluso las cejas y las pestañas. El aspecto del cuerpo no varía y los rasgos faciales siguen siendo reconocibles. Por esto muchos egipcios conservan los cadáveres de sus antepasados en cámaras especiales para que puedan verlos los que nacieron después de su muerte. Cuando los viejos egipcios contemplan la forma y el aspecto de sus muertos, se sienten unidos a ellos y con los tiempos en los que éstos vivieron.


                                                                                    Testimonio de Diodoro de Sicilia

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