viernes, 28 de diciembre de 2012

El conjuro del bardo


El bosque de Glenmore está triste,
    es todo él de negro pino y oscuro roble;
y al ciervo de la montaña el viento de media noche
    silba su nana en el bosque:
la luna mira a través de la inquieta tormenta,
pero el turbado lago no refleja su forma,
porque las olas ruedan blanqueándose hasta la tierra,
y se lanzan contra el saliente de la bahía.

Se escucha una voz entre los árboles,
    que se mezcla con los gemidos de los robles,
y contra la roca se lanzan las olas del lago;
    se escucha una voz en el bosque,
es la voz del bardo con cambiante humor;
su canto era más alto que el fragor,
y el bardo de Glenmore a través del bosque pasó.

<<¡Despertad de vuestro sueño de muerte,
    de pasados días, bardos y trovadores!
Porque sobre el brezo sopla el viento de medianoche,
    y los meteoros de media noche tenuemente resplandecen:
El Espectro con su Sangrienta Mano
vaga por el salvaje bosque;
El búho y el cuervo están mudos de miedo,
¡y los caminos del tiempo se unen para despertar a los muertos!

>>Despertad y decid, sombras de la fuerza,
    ¿para qué alta melodía tus arpas fueron tensadas,
cuando Lochlin surcó su ondulante camino,
    y sobre tus playas sus hombres nórdicos se lanzaron?
Sus hombres nórdicos preparados para la sangre y el saqueo,
hábiles preparando la comida del cuervo,
todos, por tu arpa, destinados a morir
en los sangrientos Largs y Loncarty.

>>¿Mudos estáis todos? No murmullos extraños
    en la media noche navegando por la brisa;
ni por los pinos, con silbantes cambios,
    ¡imitando del arpa su salvaje armonía!
¿Estáis ahora mudos? Nunca estuvisteis mudos,
cuando la muerte con su pie sangriento,
y la rapiña con su mano de hierro
revoloteaban sobre vuestra montañosa bahía.

>>¡Oh, no obstante, despierta la melodía para contar!,
    todos los hechos que en el canto están,
todos los jefes que lucharon y cayeron,
    en valiente batalla por el bien de Albión:
Desde Coilgach, fue el primero que su carro rodó,
a través de las profundas filas de la guerra romana,
para él, de querida memoria veterana.
Quien victorioso en Aboukir murió.

>>Por todas sus cicatrices, por todas sus espadas,
    por todos sus nombres, ¡un poderoso hechizo!
Por todas sus heridas, por todas sus guerras,
    levantaos, ¡para contar la poderosa melodía!
La melodía de Hengist, fiera entre las fieras,
más impía que los paganos daneses,
más dominadores que la dominadora Roma,
¡las voraces legiones galas aquí vinieron!>>

El viento está callado, y el lago quieto.
    Extraños rumores llenan mis tintineantes oídos,
mi pelo se riza, tiemblan mis nervios,
    ante la terrorífica voz de otros años:
<<Cuando los grupos chocaban, y los clarines sonaban,
y alrededor de las cabezas de los guerreros las espadas se lanzaban,
los primeros de la cuadrilla éramos nosotros,
¡y cantábamos la alegría de la libertad!>>


                                                                                                                                     Walter Scott

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