lunes, 30 de septiembre de 2013

PSIQUE: Los principios y la conducta



Pero alguno de ésos que ladran contra la filosofía dirá, como suelen: “¿Por qué hablas con más energía que vives? ¿Por qué bajas el tono delante de un superior, y consideras que el dinero es para ti un instrumento necesario, y te alteras por un contratiempo, y lloras al enterarte de la muerte de tu esposa o de un amigo, y miras por tu fama, y te afectan las habladurías malévolas? ¿Por qué tu campo está más cultivado de lo que pide el uso natural? ¿Por qué no cenas según tus preceptos? ¿Por qué tienes un mobiliario demasiado elegante? ¿Por qué se bebe en tu casa un vino más viejo que tú? ¿Por qué se instala una pajarera? ¿Por qué se plantan árboles que no han de dar más que sombra? ¿Por qué tu mujer lleva en las orejas la renta de una casa opulenta? ¿Por qué tus esclavos se visten con ropas preciosas? ¿Por qué es en tu casa un arte el servir la mesa y no se coloca la plata al azar y de cualquier manera, sino que se sirve con pericia y tienes un maestro de arte cisoria?”. Añade aún, si quieres: “¿Por qué tienes posesiones más allá del mar? ¿Y más de las que conoces? Es una vergüenza que seas tan negligente como para no conocer a unos poquillos esclavos, o tan fastuoso como para tener más que los que la memoria alcanza a conocer”. Ayudaré enseguida a tus reproches y me haré más objeciones que las que imaginas; ahora te responderé esto: “No soy un sabio y, para que tu malevolencia se regocije, nunca lo seré. Por esto no exijo de mí ser igual que los mejores, sino mejor que los malos: me basta con podar todos los días algo de mis vicios y castigar mis extravíos. No he llegado a la salud, ni llegaré siquiera; compongo para mi gota más calmantes que remedios, contento si los ataques son menos frecuentes y menos dolorosos; pero comparado con vuestros pies, yo, impotente, soy un corredor”.

Lucio Anneo Séneca, Sobre la felicidad.

Tuergos

Veamos primero algunos nombres de estos seres: Artesano, Consejero, Cuidadoso, Dormilón, Herrero, Listo, Mago, Meticuloso, Sabio, Sapientísimo, Tímido, Tonto, Torpe.
    Nuevamente la dualidad sabio-tonto, pero ahora se añaden calificativos que nos indican la función primordial de los tuergos: la artesanía, más específicamente el trabajo de la forja. Y efectivamente, estos seres aparecen siempre que los dioses -pero también los hombres favorecidos por éstos- deben hacerse con algún objeto de especial valor. Sigurð o Sigfrido deberá a un tuergo la espada con la que podrá matar al dragón Fáfnir, en la Saga de los Volsungos y los poemas correspondientes de la Edda. Freya obtiene de ellos su collar, mientras que Odín, Thor y Frey también utilizan armas y objetos fabricados por tuergos. Lotte Motz cree descubrir aquí una reminiscencia de primitivos astrónomos de tiempos neolíticos: si los etones eran los pueblos que habitaban el norte a la llegada de los indoeuropeos, los tuergos podían ser sus sacerdotes, dedicados a la observación astronómica desde los monumentos megalíticos.
    Personalmente me inclino más a interpretarlos como una mitologización de los primeros herreros, como veremos con más detalle al estudiar los tesoros de los dioses. Si esos herreros eran celtas, tenemos ya la diferencia basada en la lengua; seguramente los herreros ambulantes se desplazaban sin mujeres, igual que los tuergos son exclusivamente masculinos. Probablemente, como en tantas culturas, los antiguos herreros rodeaban de secreto buena parte de sus actividades, como una forma más de garantizar el monopolio de su oficio, y lo disfrazaban de magia, de saber misterioso. Y aunque eran fuertes, la ceniza y el humo de la forja les darían un aspecto poco atractivo, rasgo permanente de los tuergos. Y finalmente, pese a esas peculiaridades que los apartaban de los demás hombres, mantenían tratos normales con ellos; eran accesibles, aunque ciertamente no sería recomendable romper los tratos: el precio de lo que fabricaban los tuergos y los herreros siempre debía pagarse. En esta interpretación, sin embargo, no encaja tan fácilmente su vivienda debajo de las rocas o junto a ellas ni su palidez cadavérica. Tal vez, como sucede con tantos otros personajes mitológicos germánicos, se confundieron con otros seres fúnebres subterráneos, lo que se reflejaría en su identificación por Snorri con los <<elfos negros>>.
    En todo caso, y como sucedió con los etones, la evolución posterior los transformó en seres de talla pequeña o incluso diminuta, que habitan bajo las rocas e incluso debajo de las setas y que llamamos enanos o gnomos. Igual que con los gigantes, he evitado estos términos para reconducir a los tuergos a su auténtica naturaleza de seres sobrenaturales pero accesibles a personas, dioses y etones, que con sus misteriosas artes son capaces de producir todos los objetos maravillosos que puedan apetecer unos u otros y cuya talla no se distinguía de la de los etones o los humanos.


                                                                       Enrique Bernárdez; Los mitos germánicos

domingo, 29 de septiembre de 2013

Pincelada del Talmud

"Lo que entra por la boca determina lo que de ella sale."

El divino Augusto

En cuanto a sus supersticiones, he aquí lo que se dice. Temía de un modo insensato los truenos y relámpagos, y creía resguardarse del peligro llevando siempre consigo una piel de foca. Al acercarse la tempestad se ocultaba en algún lugar subterráneo y abovedado; este miedo procedía de haber visto en otro tiempo caer el rayo cerca de él durante un viaje nocturno (...).
    Mucho le preocupaban sus sueños y lo que se refería a él en los ajenos. El día de la batalla de Filipos había decidido, encontrándose malo, no salir de su tienda; el sueño de un amigo suyo le movió a cambiar de resolución, e hizo bien, porque tomaron su campamento y los enemigos cayeron sobre su lecho, acribillándolo a golpes creyendo que estaba en él. En primavera tenía espantosas visiones, muy repetidas pero vagas y sin efecto; en el resto del año eran menos frecuentes y menos quiméricas. En una época en que visitaba mucho el templo dedicado a Júpiter Tonante en el Capitolio, soñó que Júpiter Capitolino se había quejado de esta vecindad, que le quitaba sus adoradores, y le contestó que le había dado a Júpiter Tonante como portero, y a la mañana siguiente hizo guarnecer la parte superior del templo de éste de campanillas como las que se ponen en las puertas. También a consecuencia de un sueño, todos los años en día fijo pedía limosna al pueblo y presentaba las manos a los transeúntes para recibir algunos ases.
    Consideraba como seguros algunos auspicios. Si por la mañana le ponían en el pie derecho el calzado del izquierdo, el presagio era malo; si cuando partía para largo viaje por tierra o mar caía rocío, el presagio era bueno y anunciaba un regreso pronto y feliz. Los prodigios le llamaban mucho la atención. Trasplantó al patio de los dioses Penates de Roma una palmera que nació delante de su casa entre las junturas de las piedras, y la hizo cultivar con gran esmero. En la isla de Capri creyó observar que una encina vieja, cuyas ramas caían lánguidas hasta el suelo, se había reanimado a su llegada, y tanto se regocijó de ello que a cambio de Capri cedió la isla de Enaria a la ciudad de Nápoles. Tenía también supersticiones especiales en determinados días: nunca se ponía en camino al día siguiente de los mercados, ni emprendía ningún negocio importante el día de nonas, y esto para evitar, como escribía a Tiberio, la malignidad de los presagios unidos a su nombre.
    En cuanto a las ceremonias extranjeras, respetaba las antiguas y consagradas por el tiempo y las leyes, y despreciaba las otras. Habíase hecho iniciar en los misterios de [Eleusis en] Atenas; más adelante, habiendo llevado los sacerdotes de Ceres Ática, ante su tribunal en Roma, una causa concerniente a sus privilegios y en la que habían de revelarse cosas secretas, hizo retirarse a todos sus asesores y al público, y juzgó por sí solo el asunto en presencia de las partes interesadas. Pero en Egipto no se dignó siquiera separarse un poco del camino para ver al buey Apis; y alabó mucho a su nieto Cayo porque al atravesar Judea no practicó en Jerusalén ningún acto religioso.
(...)


                                                                                                       Suetonio; Augusto

sábado, 28 de septiembre de 2013

Los dichos de Érik

¿Qué sueño fue éste?
(dijo Odín).
Levantábame pronto
a ordenar el Valhalla,
pues gente venía;
desperté a los einhériar:
que cubrieran los bancos,
que las jarras pulieran;
ordené a las valkirias
que vino trajesen,
cual si a un rey aguardara.

viernes, 27 de septiembre de 2013

Un tesoro del medievo

Una vez muerto el Crucificado, su discípulo José de Arimatea, hombre acaudalado e influyente en Jerusalén, se dirigió a la casa donde Jesús había celebrado con sus doce apóstoles la Última Cena (posiblemente la casa donde vivía el Discípulo Amado) y se apoderó del cáliz con que el Maestro había instituido la Eucaristía. Luego, trasladándose al Gólgota, recogió en dicho vaso unas gotas de la Santa Sangre que todavía caían de la herida infligida a Cristo por el soldado romano Longino, en su costado.
    A continuación, José de Arimatea negoció el cuerpo de Jesús a fin de enterrarlo en un sepulcro de su propiedad.
    Este relato se debe al evangelio apócrifo de Nicodemo, siendo el que dio origen a la leyenda del Grial cristiano, de acuerdo con la fantasía de los poetas medievales. Únicamente Wolfram Eschenbach no hizo caso de tal relato y urdió su propia narración, remontándola a la corte del fabuloso rey Arturo.
    En torno a la Tabla Redonda hay un asiento vacío, calificado de <<peligroso>>. Pronto unas letras luminosas anunciarán que dicho asiento le corresponde al joven héroe Parsifal (o Perceval).
    Éste, hijo de una viuda, fue criado en un bosque para que no cayese entre las garras de sus enemigos, que ya le habían despojado de su herencia. Más adelante, Parsifal parte, en compañía de otros caballeros del rey Arturo, en busca del Grial, siendo él, gracias a su virtud, el que pasará con éxito todas las pruebas y encontrará finalmente la reliquia sagrada.
    No cabe la menor duda de que esta reliquia, el Grial o Graal, tiene unos antecedentes claramente paganos. Por ejemplo, en el Vellocino de Oro buscado en medio de numerosas aventuras por Jasón y sus argonautas, y también en el caldero mágico de los celtas en el que se fermentaba la sangre nutritiva de Cernunnos, bebida de la inmortalidad, que todavía puede remontarse a otros brebajes sagrados de mayor antigüedad.
    Por su parte, todos los poetas medievales destacan en sus composiciones que no son ellos quienes han inventado la leyenda que cantan en sus estrofas, sino que la misma procede de tradiciones y mitos de los tiempos más remotos de la humanidad.
    Estas consideraciones llevaron a René Guénon a decir que los poetas del Grial no fueron más que los portavoces de la Tradición. Y teniendo en cuenta que la aparición de esta literatura dedicada a la santa reliquia apareció casi repentinamente y de la misma forma desapareció medio siglo más tarde, Guénon añade:
    <<Por lo tanto, parece como si se tratara de una manifestación repentina de algo que tratábamos de definir de manera precisa y que súbitamente regresó a la oscuridad. De haber habido detrás de tales poetas una organización iniciática, podía haberlos guiado constantemente sin que ellos lo sospecharan siquiera, bien mediante algunos miembros que les procurasen los elementos a poner en marcha, bien sugiriéndoles o influyendo en ellos de algún modo misterioso.>>
    Pedro Guirao, en su obra Herejía y tragedia de los cátaros sugiere que la reliquia sagrada de los cátaros y albigenses era un libro o unos pergaminos que contenían ciertas fórmulas o palabras secretas, destinadas al fortalecimiento de las almas y a eliminar de las mismas el temor a la muerte por el fuego y por otros medios, incluyendo el natural. Y se pregunta:
    <<¿De qué se trata, pues? ¿De un vaso sagrado que representaría el símbolo de la fe, o bien de un libro o tablilla, rúnica o "naacals" que representaría el símbolo del Conocimiento perdido?
    >>Y se supone que el Grial (Graal) estuvo en Montségur hasta poco antes de su rendición, o al menos esto es lo que se cree. ¿Era, por tanto, el Grial, lo que buscaban los católicos, pretendiendo arrebatárselo a los cátaros, para despojarlos de tan sagrado instrumento religioso? Y si esto es así ¿por qué se había de derramar tanta sangre por un simple objeto de culto? ¿O no era un objeto tan simple?
    >>¿Acaso el Grial, fuera "vaso" o "libro", se había transmitido de generación en generación entre hombres que, conocedores del secreto, o Iniciados, no podían revelar su contenido ni podían permitir que cayera en manos de los "materialistas" que entonces usurpaban los altos cargos de la Iglesia?>>
    El mismo Pedro Guirao se refiere poco después, en la misma obra, al experto en catarismo Otto Rahn, con estas palabras:
    <<Otto Rahn en La cruzada contra el Graal cuenta una leyenda que recogió de labios de un viejo pastor de la montaña. Veámosla
    >>Hace muchos años, cuando los muros de Montségur aún estaban en pie, los cátaros guardaban allí el Santo Graal. Pero la fortaleza estaba amenazada por los esbirros de Satanás que la asediaban. Y los adoradores del diablo querían el Graal para que su maligno príncipe pudiera lucirlo en su diadema, de donde se desprendió durante la caída de los ángeles. (Aquí se nos ocurre pensar que el Graal podía ser algo, un libro sagrado del Conocimiento Supremo, con el que su poseedor pudiera dominar al mundo. Y si esto es así ¿por qué no lo utilizaron los sabios cátaros?).>>
    Un vaso, una copa, un libro... el Grial era, por consiguiente, algo misterioso, algo secreto, algo tangible o, tal vez, intangible, pero si hasta ahora hemos estado hablando de unos Perfectos que con riesgo de sus vidas fueron en busca del Grial, que al parecer estaba escondido en lo más hondo de un bosque, para ponerlo a buen recaudo en otro lugar más secreto todavía, donde no pudiera en modo alguno caer en manos de los cruzados católicos ¿por qué no suponer precisamente lo contrario?
    En efecto, ¿por qué no suponer que el Grial estaba bien guardado por los cátaros en la fortaleza de Montségur, por ejemplo, y que lo que intentaron Amiel Aicard, Hugo y los otros dos Perfectos fue precisamente sacar el Graal del castillo, amenazado ya con una rendición muy próxima, y llevarlo a un lugar remoto, librándolo así de las pecadoras manos de sus enemigos?
    Esto explicaría ciertamente la fuga de los cuatro (o dos) cátaros <<con peligro de sus vidas>>, y su viaje hasta el castillo de So o hasta Montreal de Sos.
    Es éste un punto digno de reflexión que podría aclarar lo que de oscuro hay en torno al Grial cátaro, siempre y cuando no se trate de una leyenda más o menos fantástica, adornada con los mil detalles que suelen acompañar y adornar a todas las leyendas y tradiciones que circulan a lo largo y ancho de nuestro diminuto planeta.


                                                                    Jean Pierre Leduc; Los Cátaros

miércoles, 25 de septiembre de 2013

PARNASO: Beatus ille


Dichoso aquél que lejos de los negocios,
como la antigua raza de los hombres,
dedica su tiempo a trabajar los campos paternos con sus propios bueyes,
libre de toda deuda,
y no se despierta como los soldados con el toque de diana amenazador,
ni tiene miedo a los ataques del mar,
que evita el foro y los soberbios palacios
de los ciudadanos poderosos.

[ Beatus ille qui procul negotiis, 
ut prisca gens mortalium 
paterna rura bobus exercet suis, 
solutus omni fenore, 
neque excitatur classico meles truci 
neque horret iratum mare, 
forumque vitat et superba civium 
potentiorum limina ]


Horacio, Epodos, 2, 1.

martes, 24 de septiembre de 2013

Escitia

Escitia es todo un misterio en todos los sentidos. O es pueblo o es región, según quién la cuente y describa. Muchos la sitúan al noreste de Europa, o también en el sudoeste de Asia, aunque Ptolomeo prefiere considerar únicamente la región asiática para determinar su ubicación.
    La situación geográfica más probable parece estar a orillas del Mar Negro, al sur de la actual Rusia, en el actual territorio que ocupa Ucrania.
    Los griegos antiguos llamaban escitas a todo pueblo bárbaro habitante de las estepas, ubicándolos en territorios allende el Mar Caspio, lejos de su influencia.
    Eran considerados por aquéllos una raza muy inferior en inteligencia y cultura.
    De naturaleza nómada y muy belicosa, los historiadores contemporáneos afirman que los escitas habríanse instalado inicialmente en las montañas al oeste del Elam, del Cáucaso y del Mar Caspio, en el segundo milenio a. C. Luego extendieron sus dominios y se trasladaron por la estepa rusa hasta el este de la Manchuria China.
    Estas tribus, en su expansión, incursionaron por pueblos pacíficos saqueándolos y devastando lo que encontraron a su belicoso paso, allá por el siglo V. Gran parte de Europa oriental tuvo que resignarse a su influjo.
    Al principio de los tiempos, los pueblos escitas tenían costumbres en las cuales se destacaba el género femenino con funciones en el culto, la adivinación y el curanderismo, cazaban y guerreaban como el hombre, asemejándose más a una sociedad matriarcal.
    Según Heródoto, Heracles (Hércules) pasó por lo que sería Escitia mientras arreaba los bueyes de Gerión. El intenso frío que reinaba en el lugar lo obligó a cubrirse con su piel de león.
    Cuando se durmió, desaparecieron misteriosamente las yeguas de su carro.
    Mientras recorre la región de Escitia en búsqueda de sus animales, Heracles llegó hasta una zona boscosa donde encontró un ser medio doncella y medio serpiente. Con esta entidad tuvo tres hijos, uno de los cuales, llamado Escita, fue el antecesor de estas tribus. Escitia para siempre quedó reconocida como las Tierras Frías del Norte.
    Referencias ocultistas y más recientes del mítico territorio, nos indican que cinco mil años antes de nuestra era, la antigua Escitia estaba cubierta por selvas espesas.
    El hombre blanco que la habitaba ya había evolucionado del cavernícola y ahora conocía el uso de variadas armas y la domesticación del caballo. Montado en éste, conquistó la tierra y a otros animales: el oso, el lobo y el león le temían.
    Ya existía la forma social de clan en la boscosa Escitia y la construcción de menhires era un hecho habitual del culto que rendían a los antepasados. Estos escitas legendarios, anteriores a los bárbaros de las estepas, fueron considerados hijos de los hyperbóreos.


                                                                          Daniel E. Tangir; Lugares de Ningún Lugar

viernes, 20 de septiembre de 2013

El hacha frente a la carta náutica

Entre la impresionante estatua de Leif Eriksson, erigida por Alexander Stirling Calder en la colina que domina el centro de Reikiavik, y la de Cristóbal Colón, que se levanta sobre una gran pilastra al final de la rambla barcelonesa frente al puerto, encontramos las suficientes diferencias como para explicar y simbolizar el éxito del descubrimiento colombino y el probable e intrascendente arribo americano del islandés.
    El gigante vikingo sostiene un hacha de proporciones míticas, su mirada altiva otea un océano casi siempre oscuro y misterioso. Todo él es fuerza, fiereza, arrojo e ímpetu. Se tiene la sensación de que va a bajar del pedestal y emprender de nuevo la navegación hacia lo remoto. No mira nada en concreto; sólo al mar inmenso y frío. Por contra, Colón señala algo de forma precisa, con la convicción y la fuerza del que conoce, de quien mira un horizonte sabedor de que allá, sin verlo, está lo que busca. Y en vez de hacha tiene unos pergaminos, cartas náuticas, mapas: ciencia en definitiva. Eriksson buscaba esclavos, mujeres, madera, riquezas para robarlas y llevarlas a su isla. Colón buscaba una ruta para comerciar con especies. Robo y comercio. Barbarie y Civilización. La fuerza frente a la ciencia.
    La arqueología tiene pruebas de que si no fue Eriksson, sería algún primo o paisano del islandés quien primero llegó a las costas norteamericanas en el siglo X. Además de probable, resulta lógico, dada la cercanía geográfica y la temeridad de los navegantes vikingos. Pero para descubrir tiene que existir tanto el propósito de ir hacia algo buscado como de regresar y contarlo. Agustín de Foxá lo expresó de forma desenfadada y clara: "El mérito de Colón no estuvo en llegar y descubrir, sino que vino y nos dijo: ¡Esto es un descubrimiento!".
    Eriksson llegó a América de casualidad. Habitó temporalmente en la ensenada de los Meadows, en la punta oeste de Terranova, y se marchó para siempre. No le interesaba, no la necesitaba. Colón buscó toda su vida llegar a las Indias. Necesitaba ese nuevo horizonte; España y Europa también. La aventura colombina y todo lo que siguió era un claro signo de su tiempo, una manifestación -quizá la más conocida y trascendente- de las transformaciones que España y Europa estaban experimentando.
    Colón representa al científico moderno, regido por la necesidad de probar con la experiencia lo que el intelecto intuye. En él se reúne el arrojo del marino, la ambición mercantil y el ansia de saber. El Mediterráneo pronto se le queda pequeño, necesita ampliar los horizontes y mira hacia donde nadie se atreve. Pero, además, apoya sus conjeturas en los textos clásicos, en la Biblia, en los relatos de navegantes, en cálculos matemáticos y en evidencias físicas.
    También estaba la fe, la religiosa y en un sentido mesiánico y evangelizador, pero sobre todo la fe en sí mismo, en el hombre: estaba convencido de la viabilidad de su proyecto y creía en sus ideas.
    Por otra parte, la biografía del genovés está marcada por el individualismo y la búsqueda de la libertad: nunca sirvió mucho tiempo al mismo señor, no se arredró ante reyes o eclesiásticos, consiguió lo que quiso en las Capitulaciones y se enfrentó a los monarcas más poderosos de su época cuando no cumplieron lo estipulado.
    En definitiva, Colón es un personaje profundamente renacentista, pero con rasgos claros del hombre moderno (ansia de libertad e individualismo). Es el signo de los genios: estar enraizado en su época y vislumbrar el futuro.
    Y detrás del marino, una sociedad llena de aspiraciones, inquieta, inquisitiva, deseosa de ensancharse, aunque presionada por el este por el avance turco. En aquel momento, el viejo continente bullía. Europa estaba sin conformarse, en el amplio sentido de la palabra.
    Lo anterior se manifestaba acusadamente en la Península donde, además, concurrían circunstancias muy poderosas: su situación geográfica de avanzadilla, reforzada por la toma de Canarias en 1580; la posesión de unos recursos humanos y económicos sin parangón (Castilla) y de un complejo portuario excelente (Cádiz-Sevilla); una población de extremeños y castellanos habituada a desplazarse, una gran tradición marinera, el final de la Reconquista, que impulsaba a buscar otros horizontes geográficos, espirituales y económicos; el respaldo de una monarquía fuerte, eufórica tras sus victorias frente al Islam, con recursos financieros y militares y con mentalidad de Estado moderno, es decir, capaz de aglutinar y representar una empresa colectiva ungida con designio divino.
    Ante esto, Colón estaba abocado a armar sus barcos en el Guadalquivir. Si el colosal Leif hubiese nacido cinco siglos más tarde, también hubiese tenido que salir de la fría y brumosa Islandia rumbo al sur, para abastecer sus navíos en la resplandeciente y tórrida Sevilla.
    En conclusión, el descubrimiento no fue un hecho casual, sino la culminación histórica de algo largamente preparado y en el justo momento en que su conquista, colonización y evangelización eran técnicamente posibles para España. Esto es lo que distingue al vikingo del navegante genovés. El hacha frente a la carta náutica.


                        José Mª. González Ochoa; Atlas histórico de la América del Descubrimiento

MITOPÓIESIS: Himno a Osiris

   rdt iAw n wsir     sn tA n wp-wAwt     sxat.k wnn-
Hacer una adoración a Osiris y besar la tierra para Upuaut. Has hecho una aparición, Unen-
     nfr m Hbw.k nw Dt     nb nHH HqA nTrw     iww n.f ntt iwtt
nefer en tus festivales de eternidad, oh señor de eternidad, gobernador de los dioses, que vienen a él lo que es y lo que no,
    xa wr nb tA tm.w     Hr(y)-tp tAwy tm.(w)     iiw m Htp
quien aparece en gloria con grandeza, el señor de la tierra entera, el jefe de las Dos tierras al completo. Bienvenido en paz,
    nb Awt-ib     sA.k Hr m nDty.k     Sms Tw nTrw m iA(w)
oh señor de la alegría, tu hijo Horus es tu protector. Que los dioses te sigan con aclamaciones,
    sHay Tw Hnmmt     wDA.k m dpt-nTr     xa wr
que te adoren los Henmemet [cuando] viajes en el barco divino. Oh aquel que aparece en gloria con grandeza,
    nb psDt-nTrw     nb iA(w)     qmA Haatw     nb Hw     sxpr DfAw
el señor de la eneada divina, señor de la aclamación, creador de la alegría, señor del Abastecimiento, quien suministra el alimento,
     pAwty     Dt.f Dt     qA iAt     nb
dios primordial que su cuerpo es eterno, que es alto su estandarte, señor
     wrrt     nTr aA     nb imnt
de la corona blanca, gran dios, señor del occidente.
Estela de Sobeksen - BM 580.

miércoles, 18 de septiembre de 2013

La canción del pirata


Izad nuestra bandera, negra cual es la tumba,
cual la muerte que siembra cuando surca las olas;
despejad la cubierta, aprestad los cañones,
sacad filo a las hachas, desnudad el acero,
preparad la metralla y traedme la llave
-para mi último fin- del pañol de la pólvora.
No arriaremos jamás nuestra negra bandera:
si nos niegan los mares, surcaremos los aires.
Sin repartir quedó nuestro último botín:
yo debo distribuirlo, vosotros, acatar.
Chal hay digno del cuello blanco de una sultana;
perlas no menos bellas que el brazo que ornarán;
frascos que, destapados, liberan en el aire
de la cuna el perfume de las rosas de Egipto.
No reclamo una parte: brindar por el triunfo
sólo quiero, y no más, al amor de un buen vino.
De lo que otros persiguen -la fama, la riqueza-
desdeño las riquezas, la fama es nombre huero.
¡Yo lucho por venganza! Gozo al ver cómo huye,
alcanzada del sable, la vida del rival.
Lucho por el recuerdo de los años perdidos,
sólo derramo sangre donde antaño hubo lágrimas.
Como el rayo que cae de lo alto, encendido,
de una carrera odiosa voy al combate amado.


                                                                                Tomado de Ellms, The Pirate's Own Book

METALITERATURA: Datos para la ordenación de los cuentos en cuadros



CUADRO I
Situación inicial
1. Definición espacio-temporal (“en cierto reino”)
2. Composición de la familia:
            a) nomenclatura y situación;
            b) categoría de los personajes (el mandatario, el buscador, etc.).
3. Esterilidad.
4-5. Plegaria por el nacimiento de un hijo:
            4. forma de plegaria;
            5. motivación de la plegaria.
6. Lo que provoca el embarazo:
            a) es intencional (pez que se come, etc.);
            b) es fortuito (guisante que se traga, etc.);
            c) es impuesto (joven raptada por un oso, etc.).
7. Forma del nacimiento maravilloso:
            a) de un pez y del agua;
            b) de la chimenea;
            c) de un animal;
            d) de cualquier otra forma.
8. Profecías, predicciones.
9. Prosperidad antes de la fechoría:
            a) sobrenatural;
            b) familiar;
            c) agrícola;
            d) de otras formas.
10-15. El futuro héroe:
            10. nomenclatura, sexo;
            11. crecimiento rápido;
            12. nexo con la chimenea, las cenizas;
            13. cualidades espirituales;
            14. travesura;
            15. otras cualidades.
16-20. El futuro falso héroe (la primera especie de esta clase es el hermano, la hermanastra […])
            16. nomenclatura, sexo;
            17. grado de parentesco con el héroe;
            18. cualidades negativas;
            19. cualidades espirituales comparadas con las del héroe (ambos son inteligentes);
            20. otras cualidades.
21-23. Discusiones de los hermanos respecto al derecho de primogenitura:
            21. forma de la discusión y de la decisión;
            22. elementos auxiliares durante las triplicaciones;
            23. resultado de la discusión.
CUADRO II
Parte preparatoria
24-26. Prohibición:
            24. personaje que cumple la función;
            25. contenido y forma de la prohibición;
            26. motivo de la prohibición.
27-29. Alejamiento:
            27. personaje que cumple la función;
            28. forma de alejamiento;
            29. motivo del alejamiento.
30-32. Transgresión de la prohibición:
            30. personaje que cumple la función;
            31. forma de la transgresión;
            32. motivo.
33-35. Primera entrada en escena del agresor:
            33. nomenclatura;
            34. forma de entrar en la acción (aproximación lateral);
            35. particularidades externas de su entrada en escena (llega volando y atraviesa el techo).
36-39. Interrogatorio, petición de información:
            36. personaje que cumple la función;
                        a) interrogatorio, petición de informes por parte del agresor respecto al héroe;
                        b) lo contrario;
                        c) otras formas.
            37. lo que se pregunta;
            38. motivo;
            39. elementos auxiliares en las triplicaciones.
40-42. Información:
            40. personaje que proporciona la información;
            41. forma de la respuesta al agresor (o acción imprudente):
                        a) forma de la respuesta al héroe;
                        b) otras formas de respuesta;
                        c) información transmitida a través de acciones imprudentes.
            42. elementos auxiliares en las triplicaciones.
43. Engaño del agresor:
            a) por la persuasión;
            b) por la utilización de medios mágicos;
            c) otras formas de engaño.
44. Fechoría previa ligada al pacto con engaño:
            a) con infortunio ya dado;
            b) con desgracia provocada por el agresor.
45. Reacción del héroe:
            a) ante las tentativas de persuasión;
            b) a la utilización de medios mágicos;
            c) frente a los demás actos del agresor.
CUADRO III
El nudo de la intriga
46-51. Fechorías:
            46. personaje que cumple la función;
            47. forma de la fechoría (o designación de la carencia);
            48. objeto de la acción del agresor (objeto de la carencia);
            49. poseedor o padre de la cosa arrebatada o de la persona raptada (o personaje que se ha dado cuenta de la carencia);
            50. motivo y finalidad del daño, o forma del reconocimiento de la carencia;
            51. forma de la desaparición del agresor. […]
52-57. Momento de transición:
            52. el intermediario, el personaje mediador;
            53. la forma de la mediación;
            54. a quién se dirige;
            55. con qué finalidad;
            56. elementos auxiliares en las triplicaciones;
            57. de qué manera el mediador conoce la existencia del héroe.
58-60. Entrada en escena del buscador, del héroe:
            58. nomenclatura;
            59. forma de su entrada en escena;
            60. particularidades externas a su entrada en escena.
61. Forma del acuerdo a que llega el héroe.
62. Forma del envío del héroe.
63-66. Manifestaciones que acompañan al envío:
            63. amenazas;
            64. promesas;
            65. provisiones para el camino;
            66. elementos auxiliares en las triplicaciones.
67. Partida del héroe.
68-69. Objetivo del héroe:
            68. finalidad como acción (encontrar, libertar, acudir en ayuda);
            69. finalidad como objeto (princesa, caballo mágico, etc.).
CUADRO IV
Los donantes
70. Trayecto de la casa del héroe hasta la casa del donante.
71-77. El donante:
            71. modo de inclusión en el cuento, nomenclatura;
            72. hábitat,
            73. apariencia;
            74. particularidades de su entrada en escena;
            75. otros atributos;
            76. diálogo con el héroe;
            77. comida ofrecida al héroe.
78. Preparación de la transmisión del objeto mágico:
            a) tareas;
            b) peticiones;
            c) batalla;
            d) otras formas. Triplicaciones.
79. Reacción del héroe:
            a) positiva;
            b) negativa.
80-81. Dádiva:
            80. lo que se da;
            81. en qué forma se da.
CUADRO V
Desde la entrada en escena del auxiliar hasta el final de la primera secuencia
82-89. El auxiliar (el objeto mágico):
            82. nomenclatura;
            83. forma de llamamiento;
            84. modo de inclusión en la acción;
            85. particularidades de la entrada en escena;
            86. apariencia;
            87. lugar inicial de su hábitat;
            88. preparación (amaestramiento) del auxiliar;
            89. cordura del auxiliar.
90. Traslado hasta el lugar fijado.
91. Forma de la llegada.
92. Complementos del lugar en que se encuentra el objeto de la búsqueda:
            a) hábitat de la princesa;
            b) hábitat del agresor;
            c) descripción del tres veces décimo reino.
93-97. Segunda entrada en escena del agresor:
            93. modo de inclusión en la acción (es descubierto, etc.);
            94. apariencia del agresor;
            95. séquito del agresor;
            96. particularidades de su entrada en escena;
            97. diálogo del agresor con el héroe.
98-101. Segunda (en el caso de la carencia, primera) entrada en escena de la princesa (del objeto de la búsqueda):
            98. modo de inclusión en la acción;
            99. apariencia;
            100. particularidades de la entrada en escena (la princesa está sentada a orillas del mar, etc.);
            101. diálogo.
102-105. Combate contra el agresor:
            102. lugar del combate;
            103. antes del combate (corriente de aire que se produce al soplar, etc.);
            104. la forma del combate o de la trifulca;
            105. después del combate (se prende fuego al cuerpo).
106-107. Imposición de una marca:
            106. el personaje;
            107. el medio.
108-109. Victoria sobre el agresor:
            108. papel del héroe;
            109. papel del auxiliar. Triplicaciones.
110-113. El falso héroe (segunda especie de falso héroe: aguador, general; ver anteriormente, 16-20):
            110. nomenclatura;
            111. forma de su entrada en escena;
            112. su comportamiento durante el combate;
            113. diálogos con la princesa, engaños, etc.
114-119. Reparación del daño o de la carencia:
            114. prohibición del agente auxiliador;
            115. transgresión de la prohibición;
            116. papel del héroe;
            117. papel del auxiliar;
            118. modo de reparación;
            119. elementos auxiliares en las triplicaciones.
120. Regreso.
121-124. Persecución:
            121. forma de la información recibida por el agresor respecto a la huida del héroe;
            122. forma de la persecución;
            123. información recibida por el héroe respecto a la persecución;
            124. elementos auxiliares en las triplicaciones.
125-127. Socorro durante la persecución:
            125. el personaje que salva;
            126. forma del socorro;
            127. muerte del agresor.
CUADRO VI
Principio de la segunda secuencia
Desde la nueva fechoría […] hasta el regreso, repetición de lo anterior, con los mismos epígrafes.
CUADRO VII
Continuación de la segunda secuencia
128. Llegada de incógnito:
            a) a la casa haciéndose contratar como doméstico;
            b) a la casa sin hacerse contratar como doméstico;
            c) a casa de otro rey;
            d) otras maneras de esconderse, etc.
129-131. Falaces pretensiones del falso héroe:
            129. personaje que cumple la función;
            130. forma de las pretensiones.
            131. preparativos de la boda.
132-136. Tarea difícil:
            132. personaje que la encomienda;
            133. motivación de la tarea por quienes la encargan (enfermedad, etc.);
            134. motivación real de la tarea (deseo de distinguir el falso héroe del auténtico, etc.);
            135. contenido de la tarea;
            136. elementos auxiliares en las triplicaciones.
137-140. Realización de la tarea:
            137. diálogo con el auxiliar;
            138. papel del auxiliar;
            139. forma del cumplimiento de la tarea;
            140. elementos auxiliares en las triplicaciones.
141-143. Reconocimiento:
            141. cómo se hace comparecer al verdadero héroe (organización de un festín, examen de los mendigo);
            142. forma de la entrada en escena del héroe (en la boda, etc.);
            143. forma del reconocimiento.
144-146. Desenmascaramiento del falso héroe:
            144. personaje que desenmascara al falso héroe;
            145. cómo se le desenmascara;
            146. lo que provoca el descubrimiento.
147-148. Transfiguración:
            147. el personaje;
            148. cómo se produce la transfiguración.
149-150. Castigo:
            149. el personaje;
            150. tipo de castigo.
151. Boda y ascensión al trono.

Vladimir Propp; Morfología del cuento. (ApéndiceI)
Grabados de Gustave Doré.