Ocurrió una vez que el maestro Akiva había llegado al anochecer a una ciudad y trató de encontrar un lugar donde alojarse, pero sin resultado. Entonces dijo: "Todo lo que el misericordioso hace es para bien"; y se alejó a pasar la noche en los campos.
Llevaba consigo un gallito, un asno y un candil. Durante la noche vino un viento que le apagó el candil, vino un gato y le comió el gallito y una bestia salvaje vino y le devoró el asno. Al darse cuenta, dijo: "Todo lo que el misericordioso hace es para bien".
Cuando volvió a la ciudad en la mañana se enteró que había sido saqueada durante la noche por una banda de soldados vagabundos.
Comentaba después a sus discípulos: "No os decía que todo es para bien...".
Si el candil hubiese permanecido encendido, rebuznado el asno o cantado el gallo, los soldados pudieron haber acudido a investigar a donde Raví Akiva estaba, y haberle dado muerte.
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