-Señor, ¿quién te traicionará?
Él me respondió:
-El que meta la mano conmigo en el plato. Entonces Satán entrará en él y él me entregará.
Yo dije:
-Señor, antes de que Satán cayese, ¿cuál era su gloria cerca de tu Padre?
Él me respondió:
-Era tanta su gloria que gobernaba las virtudes de los cielos. Yo me sentaba junto al trono de mi Padre. Satán gobernaba a todos los que imitan al padre y bajaba del cielo hasta los más recónditos lugares y los seres más pequeños, y subía de los infiernos hasta el trono del Padre que nadie ha visto jamás. Observaba la gloria del que hace mover el cielo pues quería ser semejante al Altísimo. Y habiendo descendido al aire, le dijo al ángel del aire:
-Ábreme las puertas del aire.
Y el ángel le abrió las puertas del aire.
Y avanzando hacia abajo, encontró al ángel de las aguas y le dijo:
-Ábreme la puerta de las aguas.
Y el ángel la abrió.
Satán llegó a la Tierra y divisó dos peces tendidos en las aguas. Eran como dos bueyes uncidos para la labranza y a una orden del Padre invisible, ocuparon toda la Tierra, de poniente a levante. Tras bajar más todavía, halló las nubes que pesan sobre las olas del mar para retenerlas. Siempre hacia abajo, llegó a su infierno que engendra el fuego. Después, no pudo descender más a causa de las llamas de aquel ardiente fuego. Satán retrocedió y se llenó de maldad, y abordando al ángel del aire y al que custodiaba las aguas, les dijo:
-Todo esto me pertenece. Si me escucháis, pondré mi trono sobre las nubes y seré semejante al Altísimo; retiraré las aguas del cielo superior y reuniré todos los parajes ocupados por el mar. Así, no habrá agua sobre la faz de la Tierra y reinaré con vosotros por los siglos de los siglos.
Así hablando, Satán fue ascendiendo hacia los otros ángeles, llegando al quinto cielo, y a cada uno de ellos de este modo les hablaba:
-¿Cuánto le debes a tu amo?
-Cien medidas de trigo -respondía uno.
-Toma una pluma -le ordenó a éste Satán- y escribe "cuarenta".
Les dijo a los otros:
-Vosotros, ¿cuánto le debéis a vuestro Señor?
-Cien jarras de aceite -le respondieron.
-Sentaos -les ordenó Satán- y escribid "cincuenta".
Luego subió a todos los cielos y con estas palabras sedujo hasta el quinto cielo a los ángeles del Padre invisible.
Pero una voz surgió del trono del Padre, y le dijo:
-¿Qué haces, negador del Padre, que seduces a los ángeles? Creador del mal, haz pronto lo que has concebido hacer.
Acto seguido, el Padre ordenó a sus ángeles:
-Despojadles de sus vestiduras.
Y los ángeles despojaron de sus vestidos, de sus tronos y de sus coronas a todos los ángeles que habían escuchado a Satán.
Yo volví a preguntarle al Señor:
-Cuando cayó Satán, ¿a dónde fue a vivir?
Él me respondió:
-Mi Padre lo transformó, a causa de su orgullo, retirándole la luz. Su semblante se tornó como el hierro al rojo y fue muy parecido al del hombre. Y Satán arrastró con su rabo un tercio de los ángeles de Dios y fue precipitado del trono de Dios y del reino de los cielos. Y descendiendo hasta este cielo no pudo hallar un lugar de reposo ni para él ni para los que con él estaban. Entonces invocó al Padre, diciendo: "Ten paciencia conmigo y todo te lo devolveré". Y el Padre se apiadó de él y le concedió el descanso, a él y a los que con él estaban, con el permiso de hacer todo lo que quisiera hasta el séptimo día.>>
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