jueves, 6 de diciembre de 2012
Carcosa
Siento, en las cristalinas noches de invierno,
cuando las constelaciones brillan a través de las negras ramas de los árboles,
una estrella negra como la noche que ningún observador terrestre ve,
a la que se aferra una terrible malevolencia.
Ningún mapa estelar la muestra -no-, pero el sueño trae
su visión de entre las arracimadas Híades...
Negras aguas sobre las que una brisa plomiza
arrastra la triste canción que canta la muerta Cassilda.
Ninguna visión más oscura recibe al durmiente
que ese lago del que brotan las enroscadas olas nubosas
para estrellarse contra la larga orilla basáltica
bajo los rayos del rojo Aldebarán...
El lago del que huyen los soñadores con un miedo innombrable
mientras Hastur se alza de su legamoso lecho.
Richard L. Tierney
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