viernes, 7 de junio de 2013

XENOSALUDES: Los Ovnis: Claves para reconocerlos



            La tipología de los Objetos Volantes No Identificados constituye uno de los aspectos más espinosos y difíciles de precisar dentro del apasionante mundo de la Ufología.
            Después de varias investigaciones, los comunicados del gobierno de los Estados Unidos, de la Fuerza Aérea y de la Marina han atribuido la mayor parte de las visiones de los ovnis a la Luna, a cometas, halos lunares, espejismos, bolas de fuego, estelas de condensación, estrellas, meteoros, planetas, aviones de prueba, luces antiaéreas, fuegos artificiales, autokinesis (cuando un objeto observado parece moverse), “post-espejismos” (cuando un objeto observado se desvanece tan lentamente que se le sigue viendo en otro lugar), fuegos fatuos, fraudes, o sencillamente ilusiones ópticas masivas.
            Aun así, el Dr. J. Allen Hyneck, ex asesor de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos en esta materia y ferviente y apasionado defensor de la realidad ovni, afirmó que “la inteligencia de os que se dedican a observar estos objetos y de quienes han informado haberlos visto es por lo menos normal. En muchos casos está por encima de lo normal y en otros es embarazosamente elevada”.
            En el ya famosísimo “Informe Condon” elaborado por expertos y estudiosos de la prestigiosa Universidad de Colorado, el doctor Wortheimer presentó un documentado informe sobre las causas de percepción y relaciones que pueden incidir en el individuo a la hora de fijar visiones ovni:
1.      Polvo en la córnea del ojo.
2.      La presión, bien extensa por los dedos o por medios eléctricos, puede producir imágenes visuales inusuales.
3.      Imágenes posteriores producidas al mirar una fuente de luz.
4.      Autocinética.
5.      Tamaño aparente de la imagen o de la imagen posterior. (Varía con la distancia; es decir, objetos de diversos tamaños pueden parecer del mismo tamaño al variar la distancia).
6.      Distorsiones o ilusiones.
7.      Movimiento gamma. (Una luz del tamaño de un foco no aparece y desaparece de repente al ser apagada, sino que más bien parece oscurecerse).
8.      Error personal en el cálculo de los ángulos terrestres. (Este error es constante cerca de los 0º o de los 90º).
9.      Personas que han leído sobre ovnis es más probable que informen sobre ellos.
10.  Es más probable que las personas no científicas informen sobre ovnis.
11.  Toda “recolección personal” resulta poco digna de crédito.
12.  Fotos. (Trampas o defectos en el revelado; es decir, reflejo y refracción de una fuente de luz). 
 
Así pues, en vista de estos datos, ¿qué características debe reunir la observación de un Objeto Volante No Identificado para que ésta sea digna de ser incluida dentro de una acreditada labor de revisión científica?
Con la Ufología hay que andar con mucho cuidado, hay mucho irresponsable, mucho afán de publicidad y demasiado protagonismo, y tras treinta años de platillofilia, no se ha conseguido una definición clara y precisa del fenómeno.
La necesidad de etiquetar este fenómeno ha generado el anagrama que le define (ovni, objeto volador no identificado), sin que realmente se ajuste siempre a los hechos. Una muestra patente de ello es que llamamos objeto volador a formas posadas en el suelo, sin que por circunstancias intrínsecas de la observación se haya visto su llegada y posterior despegue.
No ocurre así con el “no identificado” pues, pese a su aparente ambigüedad encierra siempre un concreto y exhaustivo valor.  Se trata de comparar la forma, movimientos y efectos con las naves creadas por la ciencia del hombre. Conocemos cómo son nuestros distintos ingenios aéreos, sus fuentes de automoción, los principios en que se basa su navegación, y los efectos que causan en el entorno inmediato las energías residuales propias de nuestros sistemas de propulsión.
Confundir un globo sonda o un meteorito con un ovni es indeseablemente posible, sobre todo si precipitamos nuestros juicios, por lo que es preciso potenciar nuestra preparación científica y tecnológica. También es imprescindible imponer tranquilidad y método en el calibrado de cualquier observación, a fin de que no demos como ovni cualquier objeto extraño, sin patrón de comparación en nuestro subconsciente, creando por negligencia la confusión más anárquica.
Algo de esto ha venido ocurriendo hasta el presente, por varias y múltiples razones. Los procesos mentales que se desencadenan en un hombre durante la contemplación de un acontecimiento extraño que no encaja con los modelos archivados en nuestra computadora cerebral son sumamente complejos, generadores todos de imágenes sustitutivas, de dudosa realidad. Así vemos cómo a través de la historia del hombre sobre la Tierra éste va viendo en el cielo carros de fuego…, escudos ardientes…, y un mecánico de coches de nuestro siglo XX puede traducir su visualización “como un disco de embrague”, y un panadero puede ver mañana “una hogaza de pan”.
AA.VV.; Ufología. Todo sobre los ovnis.

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