¡Ah!, no decrezcas tus llamas;
caldea mi corazón entumecido,
¡voluptuosidad, tortura de las almas!
Diva! supplicem exaudi!
Diosa extendida por el aire,
¡llama de nuestro subterráneo!,
atiende a un alma aterida de frío,
que te dedica un canto de bronce.
¡Voluptuosidad, sé siempre mi reina!
Toma la máscara de una sirena
hecha de carne y terciopelo,
o vierte tu sueño profundo
en el vino informe y místico,
¡voluptuosidad, elástico fantasma!
Baudelaire; Las Flores del Mal
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