miércoles, 13 de febrero de 2013

Cosmología a martillazos

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Como punto de partida adoptemos, pues, la Divinidad. Con respecto a esta Divinidad en sí misma, sólo no es imbécil, sólo no es impío, el que no propone nada. <<Nous ne connaissons rien -dice el barón de Bienfeld-, nous ne connaissons rien de la nature ou de l'essence de Dieu: pour savoir ce qu'il est, it faut être Dieu même.>> <<No conocemos nada acerca de la naturaleza o de la esencia de Dios: para saber qué es, se necesita ser Dios mismo.>>
    ¡Se necesita ser Dios mismo! Con una frase tan alarmante que aún vibra en mis oídos, me atrevo sin embargo a preguntar si nuestra presente ignorancia de la Divinidad es una ignorancia a la cual el alma está eternamente condenada.
    Por Él, sin embargo -ahora, al menos, el Incomprensible-, por Él, considerado como Espíritu, es decir como no-materia, distinción que a los efectos de la inteligibilidad utilizamos en lugar de una definición, por Él, entonces, existente como Espíritu, contentémonos esta noche con suponer que ha sido creado o sacado de la nada gracias a su voluntad, en algún punto del espacio que tomaremos como centro, en algún período que no pretendemos determinar, mas en todo caso remotísimo, por Él, repito, supongamos que ha sido creado ¿qué? Éste es un momento de vital importancia en nuestras reflexiones. ¿Qué es eso que tenemos derecho de suponer (la única cosa que tenemos derecho de suponer) que fue primaria y solamente creado?
    Hemos llegado a un punto en que sólo la intuición puede ayudarnos; pero permítaseme repetir la idea que ya he sugerido como la única adecuada para expresar qué es la intuición. No es sino la convicción que surge de esas inducciones o deducciones cuyos procesos son tan oscuros que escapan a nuestra ciencia, eluden nuestra razón o desafían nuestra capacidad de expresión. Entendido esto, afirmo ahora que una intuición por completo irresistible aunque inexpresable me fuerza a la conclusión de que lo que Dios creó originariamente, esa materia que por obra de su voluntad sacó primero de su espíritu o de la nada, no pudo haber sido sino materia en su extremo estado concebible ¿de qué? De simplicidad.
    Ésta será la única suposición absoluta de mi discurso. Uso la palabra <<suposición>> en su sentido corriente; sin embargo, sostengo que aun esta primera proposición está lejos, muy lejos de ser realmente una simple proposición. Nada, ninguna conclusión humana ha sido nunca deducida en realidad con más certeza, con más regularidad, con más rigor; pero, ay, el proceso cae fuera del análisis humano, en todo caso más allá de las posibilidades del lenguaje humano.

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                                                                                               Eureka; Edgar Allan Poe

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