Además de ser un período de ilimitada creatividad artística y de grandes logros intelectuales, el Renacimiento fue una época de imponentes descubrimientos y exploraciones del mundo. Impulsados por el espíritu aventurero del Renacimiento y apoyados por gobernantes europeos deseosos de aumentar su poder territorial, hombres audaces se lanzaron a lo desconocido.
Los pioneros de la gran Era de los Descubrimientos fueron los marinos portugueses patrocinados por el príncipe Enrique el Navegante (1394-1460). Sus primeros viajes, a comienzos del siglo XV, establecieron una ruta marítima hasta la costa occidental de África. Fue ésta una importante hazaña, puesto que permitió evitar las rutas comerciales a través del desierto, dominado por los musulmanes, hasta los centros del comercio de oro y esclavos del África occidental. También fomentó posteriores exploraciones a lo largo de la costa occidental africana y hacia lo desconocido.
En 1488, Bartolomé Díaz dobló el cabo de Buena Esperanza y, antes de que terminase el siglo, Vasco de Gama consiguió llegar a la India.
Pero, ahora, la exploración tenía un objetivo primordial: descubrir nuevas rutas comerciales oceánicas hacia la tierra del Este, rica en especias. Las tradicionales rutas terrestres que enlazaban Europa y Asia se veían gravemente amenazadas por los turcos otomanos, que dominaban Constantinopla, y por los mamelucos egipcios, que habían empezado a imponer severas restricciones al comercio. Parecía probable una separación total del extremo oriental del Mediterráneo, y los europeos anhelaban descubrir otra ruta. Mientras Portugal trataba de llegar al Asia navegando hacia el Este, su vecino más próximo y gran competidor comercial, España, escogió la dirección opuesta. Cristóbal Colón buscaba una ruta marítima comercial hacia las Indias Orientales y China a través del océano Atlántico, cuando tropezó con las Bahamas en 1492. Su equivocada creencia de que las Indias Occidentales se encontraban en algún lugar frente a las costas de China fue muy pronto desmentida por Américo Vespuccio y por Fernando de Magallanes, entre otros. Los viajes de éstos revelaron que un vasto e insospechado continente -América- se extendía entre las "Indias Occidentales" y las riquezas de Asia.
Aunque aún quedaba por descubrir una gran parte del mundo, los marinos europeos consiguieron, en menos de un siglo, dibujar una imagen del globo más clara que la lograda por innumerables generaciones anteriores. Su éxito se debió, en gran parte, a los progresos en la construcción de buques, la cartografía y la navegación.
Siguiendo la pauta de Portugal, los marinos europeos habían empezado a utilizar carracas y carabelas, embarcaciones provistas de velas latinas de estilo árabe a popa y de trinquetes con aparejo cuadrado, capaces de navegar con viento contrario mejor que cualquiera de los barcos antiguos con simple aparejo de cruzamen. Los largos viajes, posibles gracias a estas embarcaciones, se vieron facilitados en el siglo XV por los astrolabios y cuadrantes. Estos valiosos instrumentos de navegación, que indicaban el ángulo de una estrella o del Sol respecto del horizonte, ayudaban a los marinos a fijar la latitud (posición Norte-Sur) cuando la tierra se hallaba fuera del alcance de su vista. También la brújula se empleaba mucho en navegación, aunque su manejo resultaba muy difícil antes de que Mercator inventase un método eficaz de proyección cartográfica en 1569.
A principios del siglo XVI, los portugueses, aprovechando las rutas marítimas descubiertas por Vasco de Gama, empezaron a cosechar el fruto del comercio con la India, en forma de seda, especias y otros artículos de lujo. Al mismo tiempo, España, que había descubierto y conquistado los fabulosamente ricos imperios de Perú y de México, empezó a recibir enormes cargamentos de oro y plata procedentes de América. En toda Europa, el creciente flujo de metales preciosos aceleró el desarrollo de un capitalismo fundado en ricos Bancos, y, con el tiempo, los nuevos cultivos llegados del extranjero (principalmente la patata y el maíz) hicieron posible un rápido crecimiento de la población.
Comercio y prosperidad fueron frutos de los descubrimientos y exploraciones europeas. Pero, si Europa en su conjunto salió beneficiada de la Era de los Descubrimientos, las naciones experimentaron una reorganización que favoreció a algunas en perjuicio de otras. Al perder Venecia su monopolio del comercio de las especias, los Estados italianos sufrieron un fuerte retroceso económico. Incluso España y Portugal perdieron su posición económica superior, al iniciar otras naciones de las costas del Atlántico -Inglaterra, Francia y los Países Bajos- la construcción de flotas y el establecimiento de un vigoroso comercio marítimo por cuenta propia.
La era de los descubrimientos; Aldus Books Limited
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