Esto es una advertencia. Por favor, lea detenidamente.
Probablemente ya habrá visto un Predictor; se habrán vendido millones para el momento en que esté leyendo esto. Para
quienes no hayan visto uno, es un pequeño dispositivo, como el mando a distancia para abrir la puerta del coche. Sus únicos elementos
son un botón y una luz led verde. La luz se
enciende cuando aprietas el botón. Concretamente, la luz se enciende un segundo
antes de que aprietes el botón.
La mayoría
de la gente dice que al probarlo por primera
vez, sienten como si estuvieran jugando
a un juego extraño, donde la meta es
presionar el botón después de ver la
luz, y es fácil de jugar. Pero cuando tratas de romper las reglas, te das cuenta de que no puedes. Si
intentas apretar el botón sin haber visto
la luz, la luz aparece inmediatamente,
y no importa lo rápido que seas nunca consigues apretar el botón hasta pasado
un segundo. Si esperas a la luz, con el propósito de no pulsar el botón después, la luz no aparece. No importa
lo que hagas, la luz siempre precede el momento
de apretar el botón. No hay modo de engañar a un Predictor.
La esencia
de un Predictor es un circuito con un cronómetro de tiempo negativo que envía una señal hacia atrás en el tiempo. Las consecuencias de esta tecnología se harán evidentes
más tarde, cuando se consigan
cronómetros negativos de más de un
segundo, pero de eso no trata esta advertencia. El problema inminente es
que los Predictores demuestran que el libre albedrío no existe.
Siempre ha habido argumentos que demuestran que el libre albedrío
es una ilusión,
algunos basados en física pura, otros
basados en simple lógica. La mayoría está de acuerdo en que estos argumentos
son irrefutables, pero nadie acepta nunca realmente la conclusión. El sentimiento que tenemos de libre albedrío es demasiado poderoso como para que lo derrote un argumento. Lo que se necesita
es una demostración, y eso es lo que proporciona un Predictor.
Generalmente, una persona juega con un Predictor
compulsivamente durante varios días, mostrándoselo a los amigos, ideando varias estratagemas para ganarle al aparato. Puede parecer que la persona pierda interés en él, pero nadie puede olvidar lo que significa en las
semanas que siguen se asumen las consecuencias de un futuro imposible de
cambiar. Algunos, al darse cuenta de que sus
elecciones no importan, se niegan a
tomar ninguna. Como una legión de
Bartlebys Escribientes, ya no actúan de forma espontánea. Finalmente, la tercera parte de los que juegan con un Predictor
deben ser hospitalizados por no comer. El estado final es un mutismo
acinético, una especie de estado de coma
despierto. Seguirán el movimiento con los ojos, y cambiarán de posición ocasionalmente, pero toda motivación
ha desaparecido.
Antes de que la gente empezara a jugar con los Predictores, el mutismo acinético era
muy raro, resultado de daños en la región cingular anterior del cerebro. Ahora se extiende como una plaga
cognitiva. La gente solía especular sobre un
pensamiento que destruye al que piensa, algún horror indescriptible, o una frase de Gödel que desmorona el sistema lógico humano.
Resulta que el pensamiento más destructor es uno que ya conocíamos: la idea de que
no existe el libre albedrío. Pero no se vuelve verdaderamente dañino hasta que
lo has creído.
Los médicos
tratan de discutir con los pacientes que aún responden a la conversación. Todos hemos sido felices, con vidas activas, razonan, y tampoco entonces teníamos libre albedrío. ¿Por qué ha de cambiar nada? “Ninguna acción que decidiera usted el mes pasado era más libre que una decisión que tomara hoy”, diría un médico. “Puede seguir comportándose del mismo modo ahora.” A
lo que todos los pacientes contestan: “Pero ahora lo sé.” Y algunos de
ellos nunca vuelven a decir nada.
Algunos
pensarán que el hecho de que el Predictor provoque este cambio en la conducta significa que seguimos teniendo libre albedrío. Un autómata no
puede desalentarse, sólo una entidad con pensamiento libre puede hacerlo. El hecho de que algunos individuos desciendan al mutismo acinético mientras otros no, remarca la importancia de la decisión.
Por desgracia, ese razonamiento es fallido: toda forma de conducta es compatible
con el determinismo. Un sistema dinámico podría caer en un campo atractivo
y rotar a una distancia fija, mientras que otro podría manifestar una conducta
caótica indefinidamente,
estando los dos completamente determinados.
Les estoy
transmitiendo esta advertencia desde algo más de un año en su futuro: es el primer
mensaje de cierta extensión recibido
cuando los circuitos con cronómetros negativos se usan para construir aparatos
de comunicación. Otros mensajes
seguirán a éste, refiriéndose a otros temas. Mi mensaje para ustedes es el siguiente: finjan que tienen libre albedrío. Es esencial que se comporten como si sus decisiones importaran, aun cuando sepan que no es así.
La realidad no importa: lo que importa es lo
que ustedes crean, y creer la mentira
es el único modo de evitar un coma
despierto. La civilización ahora depende del autoengaño. Tal vez siempre ha sido así.
Y sin embargo sé que, ya que el libre albedrío es una ilusión, está
totalmente predeterminado quién pasará a tener coma acinético y quién no. No hay
nada que se pueda hacer al respecto, no
puedes elegir el efecto que el Predictor
tiene sobre ti.
Algunos sucumbirán y otros no, y que yo envíe esta advertencia no alterará esas proporciones. ¿Por qué lo hago
entonces?
Porque no tengo elección.
Ted Chiang
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