martes, 11 de febrero de 2014

Al Hombre de la Luna se le hizo un rato tarde

Existe un bar, un viejo bar
detrás de un altozano,
donde hay cerveza tan oscura
que un día el Hombre de la Luna
bajó a tomar un trago.

Allí hay un gato borrachín
que en el violín es ducho.
Y su arco sube, y baja, y va
gimiendo aquí, siseando allá,
chirriando cual serrucho.

El posadero tiene un perro
amigo de las bromas.
Si cuenta un chiste algún cliente
alza la oreja y ríe fuerte
y a veces se sofoca.

Y tiene una vaca con cuernos
altiva cual princesa,
que con la música enloquece,
agita el rabo y se estremece,
mientras baila en la hierba.

Los platos, ¡oh!, de plata son,
igual que las cucharas.
Para el domingo, un juego fino
la víspera, con todo mimo,
se limpia y abrillanta.

Bebía el Hombre de la Luna,
y ya maullaba el gato.
El perro el rabo se cazaba,
la vaca, loca, y la cuchara
danzaba con el plato.

El Hombre un trago más tomó,
rodando de la silla.
Durmió, y soñaba con cerveza.
Palidecieron las estrellas,
el alba aparecía.

Le dijo al gato el postillón:
<<Relinchan muy ansiosos
los blancos potros de la Luna,
pues su amo ronca sin premura
y el Sol saldrá bien pronto>>.

El gato, entonces, comenzó
su música estridente,
chirriando y serruchando aprisa.
El dueño al Hombre sacudía:
<<¡Ya son las tres y veinte!>>.

Llevaron al Hombre a la Luna,
subiendo la lomada.
Detrás, los potros galopando;
la vaca iba saltando; un plato
huyó con la cuchara.

Pero el violín tocó más rápido,
rugía el perro, andaban
vaca y potros patas arriba,
y del lecho todos salían
a bailar a la sala.

¡Saltó la cuerda del violín!
Reía el perro; un brinco
sobre la Luna dio la vaca;
con el plato huyó la cuchara
de plata del domingo.

Así la Luna al fin partió
y el Sol se alzó en el cielo.
Mas ¡qué sorpresa se llevó,
pues todos al salir el Sol
a la cama se fueron!


J. R. R. Tolkien

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