La tipología de los Objetos Volantes
No Identificados constituye uno de los aspectos más espinosos y difíciles de
precisar dentro del apasionante mundo de la Ufología.
Después de varias investigaciones,
los comunicados del gobierno de los Estados Unidos, de la Fuerza Aérea y de la
Marina han atribuido la mayor parte de las visiones de los ovnis a la Luna, a
cometas, halos lunares, espejismos, bolas de fuego, estelas de condensación,
estrellas, meteoros, planetas, aviones de prueba, luces antiaéreas, fuegos
artificiales, autokinesis (cuando un objeto observado parece moverse), “post-espejismos”
(cuando un objeto observado se desvanece tan lentamente que se le sigue viendo
en otro lugar), fuegos fatuos, fraudes, o sencillamente ilusiones ópticas
masivas.
Aun así, el Dr. J. Allen Hyneck, ex
asesor de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos en esta materia y ferviente y
apasionado defensor de la realidad ovni, afirmó que “la inteligencia de os que
se dedican a observar estos objetos y de quienes han informado haberlos visto
es por lo menos normal. En muchos casos está por encima de lo normal y en otros
es embarazosamente elevada”.
En el ya famosísimo “Informe Condon”
elaborado por expertos y estudiosos de la prestigiosa Universidad de Colorado,
el doctor Wortheimer presentó un documentado informe sobre las causas de
percepción y relaciones que pueden incidir en el individuo a la hora de fijar visiones
ovni:
1. Polvo
en la córnea del ojo.
2. La
presión, bien extensa por los dedos o por medios eléctricos, puede producir
imágenes visuales inusuales.
3. Imágenes
posteriores producidas al mirar una fuente de luz.
4. Autocinética.
5. Tamaño
aparente de la imagen o de la imagen posterior. (Varía con la distancia; es
decir, objetos de diversos tamaños pueden parecer del mismo tamaño al variar la
distancia).
6. Distorsiones
o ilusiones.
7. Movimiento
gamma. (Una luz del tamaño de un foco no aparece y desaparece de repente al ser
apagada, sino que más bien parece oscurecerse).
8. Error
personal en el cálculo de los ángulos terrestres. (Este error es constante
cerca de los 0º o de los 90º).
9. Personas
que han leído sobre ovnis es más probable que informen sobre ellos.
10. Es
más probable que las personas no científicas informen sobre ovnis.
11. Toda
“recolección personal” resulta poco digna de crédito.
12. Fotos.
(Trampas o defectos en el revelado; es decir, reflejo y refracción de una fuente
de luz).
Así pues, en vista de estos datos, ¿qué características
debe reunir la observación de un Objeto Volante No Identificado para que ésta
sea digna de ser incluida dentro de una acreditada labor de revisión
científica?
Con la Ufología hay que andar con mucho
cuidado, hay mucho irresponsable, mucho afán de publicidad y demasiado
protagonismo, y tras treinta años de platillofilia, no se ha conseguido una
definición clara y precisa del fenómeno.
La necesidad de etiquetar este fenómeno
ha generado el anagrama que le define (ovni, objeto volador no identificado),
sin que realmente se ajuste siempre a los hechos. Una muestra patente de ello
es que llamamos objeto volador a formas posadas en el suelo, sin que por
circunstancias intrínsecas de la observación se haya visto su llegada y
posterior despegue.
No ocurre así con el “no identificado”
pues, pese a su aparente ambigüedad encierra siempre un concreto y exhaustivo
valor. Se trata de comparar la forma,
movimientos y efectos con las naves creadas por la ciencia del hombre.
Conocemos cómo son nuestros distintos ingenios aéreos, sus fuentes de
automoción, los principios en que se basa su navegación, y los efectos que
causan en el entorno inmediato las energías residuales propias de nuestros
sistemas de propulsión.
Confundir un globo sonda o un meteorito
con un ovni es indeseablemente posible, sobre todo si precipitamos nuestros
juicios, por lo que es preciso potenciar nuestra preparación científica y
tecnológica. También es imprescindible imponer tranquilidad y método en el
calibrado de cualquier observación, a fin de que no demos como ovni cualquier
objeto extraño, sin patrón de comparación en nuestro subconsciente, creando por
negligencia la confusión más anárquica.
Algo de esto ha venido ocurriendo hasta
el presente, por varias y múltiples razones. Los procesos mentales que se
desencadenan en un hombre durante la contemplación de un acontecimiento extraño
que no encaja con los modelos archivados en nuestra computadora cerebral son
sumamente complejos, generadores todos de imágenes sustitutivas, de dudosa realidad.
Así vemos cómo a través de la historia del hombre sobre la Tierra éste va
viendo en el cielo carros de fuego…, escudos ardientes…, y un mecánico de
coches de nuestro siglo XX puede traducir su visualización “como un disco de
embrague”, y un panadero puede ver mañana “una hogaza de pan”.
AA.VV.; Ufología.
Todo sobre los ovnis.
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