Arcano decimotercero del Tarot. Esta
imagen presenta la conocida alegoría del esqueleto, pero aquí, contra lo
acostumbrado, maneja la guadaña hacia el lado izquierdo. Los huesos no son
grises, sino rosados. El suelo está sembrado de restos humanos, pero éstos,
como en las leyendas y cuentos folklóricos, presentan los caracteres de lo
vivo. Las cabezas incluso conservan su expresión. Las manos que emergen de la
tierra parecen prestas a la acción. Todo en el arcano tiende a la
ambivalencia, para remarcar que si la vida, en sí, como supieron Heráclito, los
medievales y confirma la ciencia moderna, está íntimamente ligada a la muerte, también
la muerte es el manantial de la vida, no sólo de la espiritual, sino de la
resurrección de la materia. Es preciso resignarse a morir en una prisión oscura
para renacer en la luz y la claridad. Igual que Saturno poda el árbol para que
se rejuvenezca, Shiva transforma los seres, destruyendo su forma sin aniquilar
su fundamento. La muerte es, de otro lado, la suprema liberación. En sentido
afirmativo este arcano simboliza la transformación de todas las cosas, la
marcha de la evolución, la desmaterialización. En sentido negativo, melancolía,
descomposición, final de algo determinado y por ello integrado en una duración.
Todas las alegorías e imágenes de la muerte tienen el mismo sentido. La
mitología griega la hacía hija de la noche y hermana del sueño. Horacio la
representa con alas negras y una red con la que cazaba las víctimas, red
idéntica a la de los dioses uránicos y a la del gladiador romano. La muerte se
relaciona con el elemento tierra y con la gama de colores que va del negro al
verde pasando por los matices terrosos. El estiércol está asociado a su
simbolismo.
Cirlot, Juan-Eduardo; Diccionario de símbolos.
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