Tu cadáver de su tumba será arrancado;
Entonces atrozmente rondarás el lugar natal
Y chuparás la sangre de toda tu raza;
Allí de tu hija, hermana, esposa,
A medianoche agotarás la corriente de la vida;
Mas abominarás el banquete que por fuerza
Tendrá que nutrir tu lívido cadáver viviente,
Tus víctimas ya aún antes de expirar,
Conocerán al demonio por tu señor;
Así maldiciéndome y tú maldiciéndolas,
Tus flores se marchitan en el tallo.
Pero una que por tu crimen deberá caer,
La más joven, la más amada de todas,
Te bendecirá con el nombre del padre:
Esa palabra envolverá tu corazón en llamas.
Mas tú deberás concluir tu faena y observar
El último tinte en sus mejillas, el último destello de sus ojos
Y la última vidriosa mirada tendrás que ver,
La que se congela sobre su inerte azul;
Luego, con mano impía arrancarás
Las trenzas de su rubia cabellera,
De la que, cuando en vida se cortaba un rizo
Se llevaba la prenda más preciada de cariño,
Pero que ahora tú te llevarás
como recuerdo de tu agonía.
Mas con lo mejor de tu misma sangre gotearán
Tus dientes rechinantes y tus labios lívidos;
En seguida a hurtadillas a tu tétrica tumba
Irás y con monstruos y demonios bramarás
Hasta que ellos horrorizados se aparten
De un espectro más maldito que ellos.
Recogido por John Polidori
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