Fue muy popular en España en los siglos XVI y XVII, aunque era más conocida por 'andar el cedazo' o 'adivinar por tela de cedazo'. "Es ejercicio de arte mágica, cuando el demonio hace que los profesores de esta diabólica ciencia, mirando por un cedazo, vean las cosas que están más distantes, ocultas o por venir". En una causa que celebró la Inquisición en Toledo contra una tal Ana Hernández, una testigo conocida por María López, que manifestó que la tal Ana le pidió un cedazo y tijeras y preguntándole para que los quería, dijo que se interesaba por saber nuevas de un mozo de almagro, "y tomó las tijeras y las hincó en el arco del cedazo la junta, asiendo en la mano el anillo de la misma punta de la tijera, y la otra tijera puesta en cruz, colgando el cedazo de ella, diciendo unas palabras que esta declarante no entendió, anduvo el cedazo muy recio a la redonda, y le dijo a susodicha: -Yo me voy mañana que me esperan-, y cuando no era así lo que quería, se estaba quedando el cedazo."
Era igualmente popular en aquella época el 'arte de echar las habas'. Con las palabras de Antonio Mexia, en una declaración ante el Santo Oficio, señalando que unas gitanas le habían enseñado el sortilegio, explica: "tomase nueve habas, un poco de carbón o un grano de sal, un poco de azufre, un poco de pan, un poco de paño colorado, un poco de paño azul, y que las dos de las habas las señalase mordiéndolas, o las más que quisiese diciendo éste es Juan, éste es Francisco y ésta Catalina, y que si saliese la mordida que es la persona que se quiere, junto al carbón significan noche; si junto a la sal, gusto; junto a la cera, martelo que quiere decir golpe o porrazo o cosa semejante; junto al ochavo, que habrá dinero; junto a la piedra alumbre; con lo colorado sangre y junto a lo azul, celos; junto al azufre, si sale con la sal oro y si sale solo, pesadumbre; junto con el pan, que habrá comida".
Íñigo Azpiazu; Desde el Más Allá
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