lunes, 23 de diciembre de 2013

Cueva


La cueva, gruta o caverna (...) tiene un significado místico desde los primeros tiempos. Se considere como <<centro>> o se acepte la asimilación a un significado femenino, como lo haría el psicoanálisis desde Freud, la caverna o cueva, como abismo interior de la montaña, es el lugar en que lo numinoso se produce o puede recibir acogida. Por ello, desde la prehistoria, y no sólo por la causa utilitaria de esconder y preservar las imágenes, se situaron en grutas profundas las pinturas simbólicas de los correspondientes cultos y ritos. La cueva, dotada en sí de simbolismo femenino, parece recibir un símbolo masculino compensatorio, de ser cierto el equilibrio de pares de principios (activo-pasivo) indicado por la señora Lamming Emperaire en su Signification de l'Art Pariétal. De hecho, así sucede con frecuencia, pero, en realidad, las obras pictóricas integran símbolos femeninos (mujer, bisonte, representaciones esquemáticas de cabañas, heridas, redes, cuadrados, rombos, etc.) y masculinos (caballo, fieras, arpones, azagayas, etc.). De este modo, la cueva pintada es un santuario que acoge símbolos que explican y refuerzan su propio simbolismo. Prescindiendo ya de la prehistoria, en las religiones de la Antigüedad son frecuentes los mitos relacionados con cuevas o estructuras similares. El nacimiento de ciertos héroes, la ocultación de armas, símbolos de poder, etc., se verifica en cuevas. Como el simbolismo no contradice en nada la realidad natural y utilitaria, sino que sólo la transfigura dándole un sentido espiritual, es obvio que el origen de estos significados pudo hallarse en la realidad histórica de un acontecer, aunque nada más contrario a la teoría que priva actualmente en mitología que invertir los términos de este modo. Se postula que el origen de lo utilitario es mítico, y no al revés. Prescindiendo de cuestiones de <<origen>> siempre comprometidas y nebulosas, cuando no falsas, diremos que hay un paralelismo de nivel y de sentido entre los empleos de la cueva y sus significados simbólicos, al margen del correlato biológico ya explicado. Para terminar, indicaremos que la cueva, o caverna, tiene en Platón un sentido diferente, en el fondo menos simbólico que alegórico, como representación del mundo fenoménico, mientras su exterior, realidad luminosa y abierta, expresa el mundo de las ideas. Probablemente, en esta transformación de sentido vería Frobenius (que habló de dos sentimientos del mundo: de libertad y de caverna) un paso del orden que da la prioridad a la naturaleza, a la mujer, a la materia, al que da la preeminencia al espíritu y al padre.


                                       Juan-Eduardo Cirlot; Diccionario de símbolos

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