jueves, 29 de noviembre de 2012

El Trol Nocturno


Un cuento islandés.

Sucedió en cierta granja, hace mucho tiempo, que la persona encargada de cuidar la casa durante la Nochebuena mientras los demás iban a misa, a la mañana siguiente siempre aparecía muerta o bien rematadamente loca.
Los habitantes de la granja estaban muy angustiados con este tema, y por tanto eran muy pocos los que se atrevían a quedarse en casa esa noche. Unas Navidades, sin embargo, una chica se ofreció voluntaria, lo que supuso un gran alivio para los demás moradores de la granja.
Después de que partieran, la chica se sentó en un estrado en la badstofa, mientras cantaba al niño que tenía en sus brazos. Ya con la noche avanzada, de pronto escuchó a alguien que desde la ventana decía:

"Qué bonita mano tienes,
mi muy sensible, y adorada brujilla".

A lo que la chica respondió:

"Mi mano nunca se ha ensuciado,
mi pretendiente, Kári, granujilla".

La voz desde la ventana dijo:

"Qué bonitos ojos tienes,
mi muy sensible, y adorada brujilla".

Y la chica replicó:

"Nunca han visto la vileza,
mi pretendiente, Kári, granujilla".

La respuesta vino de nuevo desde la ventana:

"Qué bonito pie tienes,
mi muy sensible, y adorada brujilla".

A lo que la chica repuso:

"Nunca ha hollado el fango,
mi pretendiente, Kári, granujilla".

Nuevamente la voz de la ventana intervino:

"El día comienza a despuntar por el este,
mi muy sensible, y adorada brujilla".

Y entonces la chica le respondió:

"Quédate y conviértete en piedra,
mas no dañes ni a una hiedra,
mi pretendiente, Kári, granujilla".

En ese instante el ser desapareció de la ventana. Por la mañana, cuando la gente volvió a la granja, hallaron un enorme pedrusco en el callejón entre las dos casas principales de la granja, y ahí permaneció para siempre.
La chica relató cuanto le había sucedido durante la noche. Y todos concluyeron que un trol nocturno había hablado con ella a través de la ventana.

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